El mundo de las tablas ofrece una amplia variedad que no se conoce demasiado. Existen obras simples, sencillas y divertidas que no necesariamente son las más conocidas y comerciales
Ir al teatro es una actividad poco popular si se compara con otros lugares elegidos por los jóvenes para salir un viernes o un sábado a la noche. Ahora bien, la escasa asistencia juvenil a alguna obra teatral comercial se limita en gran parte a aquellas de la mítica avenida Corrientes. Pero el fenómeno del teatro independiente comienza, poco a poco, a pisar fuerte, crecer, y presentarse como alternativa a los gigantes del centro porteño.
“Hay un montón de obras que quizá no son tan conocidas y no están en calle Corrientes pero que son re divertidas e interesantes”, dice Diego Polski, un profesor que supo dar clases en varias escuelas y hoy brinda talleres particulares en su casa.
Ana Sceni, profesora de teatro en la escuela Timbre 4, argumenta que “las obras más simples, con su austeridad, también tienen algo especial que las hacen valer la pena”. De hecho, si hay que hablar de la movida independiente, es imposible no mencionar al gigante Timbre 4, cuyo fundador, Claudio Tolcachir, ha hecho tanto por el teatro, que en el 2012 fue reconocido como Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires por su labor en el rubro.
"El fin último de cualquier sala teatral de este tipo es la evolución artística, el crecimiento y el desarrollo grupal y personal de sus integrantes. Pero ese espacio también es nuestra fuente de ingresos. Vivir del teatro es un trabajo muy complejo. Por eso, vamos desarrollando ideas y estrategias para preservar nuestra independencia artística y económica”, contaba en una entrevista Tolcachir a Clarín.
Todos los fines de semana las salas de su escuela pasan a ser escenario de las más diversas historias. El precio de una entrada vale alrededor de $80. Claro, hay que decir que existe un nivel de escenografía que no es el mismo que puede encontrarse en TOC-TOC, obra que va por su cuarta temporada y se presenta en el Multiteatro, cuya entrada va desde $350.
Pero hay otras tan baratas, con puestas en escena muy simples, que cuentan una historia que no dura más de 20 minutos, y que su precio es de $30. Sí, tan sólo $30. Estas sencillas obras se pueden encontrar en simples espacios culturales.
Para contrastar, los porteños también tienen ofertas como “Piel de Judas”, la obra de moda protagonizada por Susana Giménez en el teatro Lola Membrives. Su precio, puede valer hasta $700. “Madres e hijos”, también en el Multiteatro, cuesta $260, o “La omisión de la familia Coleman”, que sale $350 más.
Pero si se busca otra oferta económica también está el particular teatro La Carpintería, que ofrece desde “El centésimo mono”, a $150, hasta “Matarás a todos”, gratis.
A todo esto, un párrafo aparte merece el teatro “a la gorra”, una alternativa totalmente gratuita, con un matiz aún más austero pero no por eso menos agradable y un toque familiar, que se puede encontrar en peatonales, o en las calles de los barrios más tranquilos de la ciudad.
Basta investigar. O escuchar del boca en boca. “Algunas obras independientes tienen la calidad de una que se encuentra en la cartelera de los grandes teatros”, señala Adriana Ferreti, alumna de la escuela Moscú y que disfruta de ir a los pequeños teatros todos los fines de semana. Propuestas no faltan. No hay que perdérsela.
Ir al teatro es una actividad poco popular si se compara con otros lugares elegidos por los jóvenes para salir un viernes o un sábado a la noche. Ahora bien, la escasa asistencia juvenil a alguna obra teatral comercial se limita en gran parte a aquellas de la mítica avenida Corrientes. Pero el fenómeno del teatro independiente comienza, poco a poco, a pisar fuerte, crecer, y presentarse como alternativa a los gigantes del centro porteño.
“Hay un montón de obras que quizá no son tan conocidas y no están en calle Corrientes pero que son re divertidas e interesantes”, dice Diego Polski, un profesor que supo dar clases en varias escuelas y hoy brinda talleres particulares en su casa.
Ana Sceni, profesora de teatro en la escuela Timbre 4, argumenta que “las obras más simples, con su austeridad, también tienen algo especial que las hacen valer la pena”. De hecho, si hay que hablar de la movida independiente, es imposible no mencionar al gigante Timbre 4, cuyo fundador, Claudio Tolcachir, ha hecho tanto por el teatro, que en el 2012 fue reconocido como Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires por su labor en el rubro.
"El fin último de cualquier sala teatral de este tipo es la evolución artística, el crecimiento y el desarrollo grupal y personal de sus integrantes. Pero ese espacio también es nuestra fuente de ingresos. Vivir del teatro es un trabajo muy complejo. Por eso, vamos desarrollando ideas y estrategias para preservar nuestra independencia artística y económica”, contaba en una entrevista Tolcachir a Clarín.
Todos los fines de semana las salas de su escuela pasan a ser escenario de las más diversas historias. El precio de una entrada vale alrededor de $80. Claro, hay que decir que existe un nivel de escenografía que no es el mismo que puede encontrarse en TOC-TOC, obra que va por su cuarta temporada y se presenta en el Multiteatro, cuya entrada va desde $350.
Pero hay otras tan baratas, con puestas en escena muy simples, que cuentan una historia que no dura más de 20 minutos, y que su precio es de $30. Sí, tan sólo $30. Estas sencillas obras se pueden encontrar en simples espacios culturales.
Para contrastar, los porteños también tienen ofertas como “Piel de Judas”, la obra de moda protagonizada por Susana Giménez en el teatro Lola Membrives. Su precio, puede valer hasta $700. “Madres e hijos”, también en el Multiteatro, cuesta $260, o “La omisión de la familia Coleman”, que sale $350 más.
Pero si se busca otra oferta económica también está el particular teatro La Carpintería, que ofrece desde “El centésimo mono”, a $150, hasta “Matarás a todos”, gratis.
A todo esto, un párrafo aparte merece el teatro “a la gorra”, una alternativa totalmente gratuita, con un matiz aún más austero pero no por eso menos agradable y un toque familiar, que se puede encontrar en peatonales, o en las calles de los barrios más tranquilos de la ciudad.
Basta investigar. O escuchar del boca en boca. “Algunas obras independientes tienen la calidad de una que se encuentra en la cartelera de los grandes teatros”, señala Adriana Ferreti, alumna de la escuela Moscú y que disfruta de ir a los pequeños teatros todos los fines de semana. Propuestas no faltan. No hay que perdérsela.